El olivo fue un árbol de gran simbología en toda la zona del Mediterráneo durante la antigüedad. Sirvió como fuente de alimento gracias a las aceitunas, de las que se extraía el aceite de oliva. Asimismo fue respetado y venerado, como uno de los dos árboles míticos griegos más importantes, junto con el roble.
El olivo fue un árbol totémico en la Grecia Antigua
El origen del olivo en la ciudad de Atenas se explica a través de la intervención de la diosa Atenea. Esta diosa era hija de Zeus (dios supremo de la mitología griega) y Metis que simbolizaba la astucia y la prudencia. Atenea era una divinidad guerrera cuyos atributos son la lanza, el casco y la égida (atributo mágico de Zeus que según algunos autores sería un zurrón de piel de cabra, y para otros un escudo protegido por la cabeza de Gorgona cuyos ojos convertían en piedra todo lo que mirara). Asimismo, Atenea era diosa de la justicia y la sabiduría, y protectora de las artes y la literatura. Su animal consagrado era la lechuza, y el olivo era uno de sus símbolos más reconocidos. La razón de que el olivo simbolice a la diosa se explica a través de la siguiente narración mítica:
Posidón, dios de los mares y hermano de Zeus, codiciaba los reinos terrenales, por ello reclamó la posesión del Ática clavando su tridente sobre la Acrópolis ateniense donde brotó un pozo de agua salada. Más tarde, llegó Atenea a la ciudad y la tomó de manera pacífica llamando como testigo a Cécrope, primer rey de Atenas. Atenea hizo brotar un olivo junto al pozo que había generado Zeus. Posidón enfurecido reto a la diosa, Zeus se interpuso y ordenó la formación de un tribunal divino para decidir a quien de los dos dioses debía estar consagrada la ciudad. Así pues, el tribunal formado por las divinidades del Olimpo tras escuchar el testimonio de Cécrope, decidió posicionarse de lado de Atenea. Determinaron que era ella quien tenía el derecho a poseer esa tierra porque había otorgado a la ciudad el mejor regalo: el primer olivo. Desde entonces la ciudad adoptó el nombre de Atenas y el olivo plantando por Atenea fue venerado durante siglos en la Acrópolis simbolizando la victoria.
El olivo en Grecia simbolizaba la paz y la prosperidad, así como la resurrección y la esperanza. Así lo demuestran los hechos acaecidos tras el incendio de Atenas por el rey persa Jerjes en el siglo V a. C. Jerjes incendió toda la Acrópolis de la ciudad, dentro de la cual se hallaba el olivo centenario de Atenea que quedó calcinado. Sin embargo, cuando los atenienses entraron a la ciudad arrasada, el olivo ya había crecido un codo, simbolizando la rápida recuperación y renovación de los atenienses ante la adversidad.
Tetradracma acuñada en Atenas, en el anverso aparece Atenea con el casco ático decorado con olivo y en el reverso la lechuza con una rama de olivo
También Heracles (Hércules para la mitología romana), uno de los más conocidos héroes mitológicos, posee relación con el olivo. Siendo muy joven Heracles logró acabar con el león de Citerón. Para ello ser sirvió únicamente de sus manos y de una estaca de madera de olivo silvestre. Este acto identifica al olivo con la fuerza y la resistencia. Relativo a Heracles son famosos sus “Doce trabajos” encargados por su primo Euristeo con el fin de expiar sus penas. Durante estos trabajos se sirvió de varias armas, entre ellas una maza, que es uno de los atributos más significativos de Heracles. Esta maza estaba hecha con madera de olivo, además si era clavaba en el suelo comenzaba a echar raíces hasta convertirse en árbol. Entre otras cosas, con esta maza Heracles logró acorralar al león de Nemea en una cueva y ahogarlo con sus propias manos.
Relieve de Behistún (Irak) donde aparece Heracles tumbado sobre una piel de león bajo la sombra de un olivo (señalado en el recuadro blanco)
El olivo, al ser considerado un árbol sagrado servía como ofrenda de los mortales hacia los dioses en numerosas ocasiones. Así se demuestra en el relato de Teseo, héroe nacional del Ática, quien igualmente cuenta con la presencia del olivo en el relato de su vida. Teseo era hijo de Egeo, rey del Ática, y a lo largo de su existencia corrió múltiples aventuras. Una de ellas fue el enfrentamiento contra el Minotauro de la isla de Creta. Antes de comenzar su aventura, Teseo suplicó protección a Apolo; para ello entregó como ofrenda al dios una ramita del olivo consagrado de la Acrópolis de Atenas. Esta costumbre arraigó en la cultura romana tal como testimonian los escritos del autor Tito Livio.
Cabe mencionar también como ejemplo a Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra, quien por orden de Apolo asesinó a su madre y a su amante Egisto después de que estos asesinaran a sus padres. Orestes suplicó ante Apolo para expiar sus crímenes y como ofrenda le entregó una rama de olivo.
La rama de olivo podía entregarse a los dioses como ofrenda
El olivo además de en la literatura mitológica clásica está presente en las tradicionales celebraciones religiosas. Las fiestas colectivas celebradas en cada polis en honor a los dioses eran un momento clave dentro del culto griego. Así, cada ciudad o polis diseñaba su propio calendario festivo, llegando incluso a competir entre ellas por lograr la mejor celebración.
Una de las más famosas en Atenas era la fiesta de las Panateneas, celebrada en honor a la diosa Atenea, protectora de la ciudad. Habitualmente se celebraban en el mes de Julio y duraba varios días, durante los cuales se celebraban carreras de caballos, exhibiciones gimnásticas, concursos y variados espectáculos musicales y literarios. A los vencedores de las competiciones se les entregaba como premio ánforas con aceite de oliva que se había cultivado en los campos olivareros del Ática consagrados a Atenea.
Ánfora panatenaica del siglo VI a. C. donde se representa una carrera de atletismo. Este recipiente se entregaba a los vencedores con aceite de oliva virgen
El acto central de esta celebración era la procesión que recorría gran parte de la ciudad y culminaba en el templo del Partenón situado en la Acrópolis. Esta procesión quedó inmortalizada de manos del escultor Fidias a lo largo de todo el friso del Partenón. El objetivo de la procesión era hacer llegar la ofrenda del peplo o manto a la diosa Atenea para revestirla. En el desfile participaban los miembros de la comunidad, entre ellos los magistrados, los sacerdotes, los vencedores de los juegos coronados con olivo, las doncellas de las mejores familias de la ciudad portando las ofrendas, los ancianos llevando ramos de olivo, guerreros,…
Los juegos deportivos celebrados en la ciudad de Olimpia, situada en el Peloponeso, son otra de las fiestas religiosas griegas más importantes. En este caso eran celebrados con un intervalo de cuatro años en honor al dios Zeus. Su origen no está fijado con seguridad. Algunas tradiciones lo fechan hacia el siglo XV a. C. conmemorando la victoria en la carrera de Pélope contra Enómao; sin embargo otra leyenda atribuye a Heracles Dorio el inicio de los Juegos Olímpicos y sitúan la fecha en el 776 a. C. Lo cierto es, que a partir de este año los juegos celebrados en Olimpia adquieren el rango de fiesta panhelénica, convirtiéndose en la fiesta más importante por encima de festividades como las de los Juegos Píticos celebrados en Delfos en honor a Apolo o los Juegos Istmitos de Corinto en honor a Posidón.
Durante la celebración en Olimpia tenían lugar la prueba del pentatlón compuesta por cinco retos: carrera pedestre de velocidad, salto de longitud, lanzamiento de disco y jabalina y la lucha o pugilato. Además del pentatlón se celebraban carreras de carros, de caballo o competiciones de pancracio. Durante los Juegos Olímpicos no sólo había cabida para pruebas físicas sino también para pruebas intelectuales. Así lo demuestra la existencia de competiciones de literatura u oratoria. En olivo estaba presente en los juegos a través del premio. Era una corona trenzada con ramas de olivo silvestre lo que se entregaba a los vencedores de los juegos, identificándose nuevamente el olivo con la victoria. El atleta quedaba reconocido como un verdadero héroe y su triunfo era un orgullo para su ciudad natal.
La bondad del olivo queda demostrada también con la tradición que presenta Higinio en sus textos relatando como los griegos situaban en los vanos de la entrada principal a la casa una ramita de oliva como símbolo de protección ante malos espíritus del exterior.
Mosaico griego con representación de hombres portando ramas de olivo
La fertilidad era una de las atribuciones que también se hacía al olivo. Atenea era diosa de la fertilidad y como se ha referenciado anteriormente, su símbolo era el olivo que era uno de los árboles más cultivados en Grecia y su fruto alimentó a los helenos durante siglos. Por ello, las familias que buscaban ganar fecundidad en la tierra recurrían a este árbol. Testimonio de esta identificación del olivo con la fertilidad son las procesiones que se realizaban en honor al dios Dionisio en las que la comunidad portaba flores, frutas o ramitas de olivo.
Así pues la relación entre la sociedad griega y el olivo fue muy intensa. Son abundantes las muestras de lo especial que era este árbol para la sociedad griega. Simbolizaba la fuerza, la victoria, la fertilidad, la resistencia y era un elemento sagrado a la hora de ofrecérselo a los dioses. Además consideraban el aceite de oliva virgen como un elemento de gran valor al ofrecérselo como recompensa a los vencedores en las competiciones