El própolis o propóleos es una sustancia elaborada por las abejas a partir de resinas de las distintas zonas de la planta mezcladas con sus propias secreciones. Las abejas producen esta sustancia para sellar huecos, tapar fisuras de la colmena, embalsamar intrusos muertos en la colmena que no pueden retirarse por su tamaño, para desinfectar la entrada y las celdillas en las que nacerán las futuras abejas, cubrir los panales nuevos y para fijar las partes móviles de la colmena. El propóleos se halla en la colmena como una masa viscosa cuando aún se encuentra inmaduro a temperatura ambiente o como una masa quebradiza cuando se encuentra maduro una vez recolectado y enfriado en neveras; su color puede oscilar de color amarillo verdoso a pardo rojizo según las plantas de las que las abejas recolecten las sustancias. El sabor del propóleos es amargo, sin embargo el olor es dulce y agradable por lo que al quemarlo emite una fragancia aromática de resinas muy agradable.

No es reciente la utilización del propóleos con fines curativos, ya en el antiguo Egipto y en Grecia conocían sus propiedades como antiséptico y cicatrizante y también se utilizaba para combatir muchas enfermedades, de hecho durante el siglo XX tuvo un uso masivo en la Guerra de los Boers y en la Revolución Rusa, pues se utilizaba como antiséptico y cicatrizante regenerador de tejidos y se aplicaba mezclado con vaselina sobre las heridas. Los principales componentes del propóleos son los ácidos fenólicos y los flavonoides, siendo estos últimos utilizados por las plantas para protegerse de los rayos UV y de ahí que el propóleos posea un efecto protector sobre la piel además de presentar una defensa química contra hongos, bacterias y virus.

El propóleos posee propiedades antibióticas que actúan incluso en gérmenes que han adquirido resistencia a los antibióticos. Algunas de las propiedades de los propóleos son empleadas en alimentación, perfumería, medicina y biología, como sus propiedades antioxidantes, antimicrobianas (estimulando las defensas), bactericidas, antivirales y fungicidas (se ha demostrado su eficacia en casi 40 clases de hongos de piel). Otros beneficios de esta sustancia son la capacidad regeneradora que actúa acelerando la cicatrización, su utilidad como anestésico local y su actividad antiinflamatoria. Algunos estudios realizados en China han demostrado la eficacia del propóleos en casos de hipertensión, arteriosclerosis y problemas cardiacos. Otro uso poco conocido de esta sustancia es que se aplica en las clínicas dentales para el tratamiento de las caries y como endurecedor y sellador natural del esmalte.

Propóleos antes de su recolección fabricado en la cabecera de un marco

Propóleos natural depositado en un marco de la colmena

Si nos fijamos en la zona sobre la actúa el propóleos podemos diferenciar los problemas sobre los que actúa esta sustancia, así tenemos que en la garganta y la boca da muy buenos resultados en anginas, faringitis, aftas bucales y laringitis; en las vías respiratorias actúa eficazmente frente a resfriados; ayuda en el estómago a combatir los casos de úlcera gástrica; en el apartado ginecológico actúa principalmente en las cándidas, llagas uterinas, inflamaciones y picazones; por último, a nivel dérmico su principal actuación puede verse en los hongos, aunque también es eficaz en heridas, acné, ulceraciones y sabañones. Los propóleos se comercializan principalmente en cosmética y farmacia en forma de extracto de própolis, pastillas o ungüentos.

La recolección del propóleos se puede llevar a cabo de muchas maneras, aunque las técnicas más utilizadas en la actualidad son tres: el Sistema de Raspado, el Sistema de Rejillas y el Sistema del Colector Inteligente.

El Sistema de Raspado es el más antiguo y consiste en raspar con una espátula o con una pinza de apicultor el própoleos que las abejas depositan sobre la cabecera de los marcos, sobre el apoyo de éstos, sobre la contratapa...etc. Esta técnica se debe realizar en invierno puesto que el propóleos a temperatura ambiente es una sustancia blanda y pegajosa, sin embargo con el frío se vuelve una sustancia sólida y quebradiza que es mucho más fácil de retirar. Esta técnica solo tiene un inconveniente y es que al recolectarlo se mezclan componentes como astillas de madera y metales pesados que hacen que su precio sea menor, por lo que poco a poco se va utilizando menos este sistema.

En el Sistema de Rejilla la recolección se realiza al final de cada temporada mediante unas rejillas que pueden ser de plástico semi-rígido o tipo mosquiteras colocadas bajo la entretapa o en el lugar de esta, las cuales poseen multitud de orificios que las abejas tratan de cerrar con el própolis. Tras retirar estas rejillas, el apicultor las introduce en un congelador durante un mínimo de 2 o 3 horas para que este se endurezca y sea más fácil de recolectar. Esta técnica es la más utilizada, no solo por su comodidad, sino también por ser un sistema económico que permite una mayor higiene evitando que el propóleos se contamine, como ocurre en el modelo del raspado, con otras sustancias produciendo su devaluación. Lo más importante de estas rejillas es que los agujeros no superen los 4 mm. de diámetro, de esta forma las abejas al no poder utilizarlo como zona de paso lo taparán con el propóleos, y una vez recolectado también conviene desinfectarlas con agua hirviendo o sosa para evitar el riesgo de transmisión de enfermedades una vez que se vuelvan a colocar.

El Sistema de Colector Inteligente consiste en obligar a la abeja a fabricar propóleos, para lo cual se deja a la colmena con los laterales casi sin paredes únicamente cubiertos con unos listones entre los cuales las abejas depositan el propóleos con el fin de protegerse del clima y del pillaje, estos huecos se protegen con reglas móviles para que el própolis no sufra ningún deterioro por la acción del sol, el aire o las temperaturas. Este Sistema es el que produce con diferencia una mayor cantidad de propóleos, sin embargo el obligar a las abejas a fabricarlo constantemente conlleva que éstas no dispongan de tiempo para elaborar miel ni cera, de manera que en algunos casos las abejas abandonan la colmena, o emigran debido al estrés que les produce esta situación.

El propóleos es un producto fácil de conservar, es aconsejable consumirlo lo más fresco posible y  que se guarde en envases herméticos protegidos de la luz y el calor para poder disfrutar de todas sus propiedades. Se puede consumir por vía oral en forma de pastillas, gránulos o esencias, por vía interna como son los óvulos y los supositorios y por vía externa en forma de cremas, pomadas, sprays y polvos. Existen también productos elaborados a partir de esta sustancia para cuidados más concretos como los enjuagues bucales, chicles o pasta de dientes; además de otros productos cosméticos como los geles, cremas, lociones, pintalabios, jabones o champús.